
En la que para mi es una obra maestra de Disney, Ratatouille, hay un crítico de cocina llamado Mr. Ego, un critico por el cual todos los chefs de París sienten terror. La película podría haber acabado con una canción como muchas de las de Disney, pero en esta película, la ausencia de canciones no hace que la gente la olvide, pertenece a esas películas Disney, a las que no les hace falta que ninguno de sus personajes cante, ya que toda la historia esta hilada al milímetro, para que su duración nos encante, ni nos sepa a poco, ni nos sobre. Una película no ya infantil ni dirigida a la gente menuda, sino un filme que es adecuado para toda la familia y con una mejor factura que muchas de las producciones que adolecen las sobremesas de los ya muchos canales que podemos sintonizar a diario, y el final, con la voz en off de Mr. Ego que nos da un digno epilogo y moraleja. Que suena así.
Las palabras de Mr. Ego son las siguientes.
El trabajo del crítico es sencillo en más de un sentido. Arriesgamos muy poco, y sin embargo usufructuamos de una posición situada por encima de quienes someten su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a nuestras críticas negativas, que resultan divertidas cuando se las escribe y cuando se las lee.
Pero la cruda verdad que los críticos debemos enfrentar es que, en términos generales, la producción de basura promedio es más valiosa que lo que nuestros artículos pretenden señalar. Sin embargo, a veces el crítico realmente arriesga algo, y eso sucede en nombre y en defensa de algo nuevo.
Anoche experimenté algo nuevo, una comida extraordinaria hecha por alguien único e inesperado. Decir que ese plato y su cocinero pusieron a prueba mis preconceptos equivaldría a incurrir en una subestimación grosera, cuando lo cierto es que ambos lograron conmover lo más profundo de mi ser.
Antes de este suceso, nunca escondí mi desdén por el lema del Chef Gusteau: “cualquiera puede cocinar”. Pero, me doy cuenta, recién ahora comprendo sus palabras. No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista sí puede provenir de cualquier lugar.